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1 abr 2010

Las 4 leyes de la espiritualidad


Pintor: Nicholas Roerich

La primera ley dice: " La persona que llega es la persona correcta".

Es decir, que nadie llega a nuestras vidas por casualidad, todas las personas que nos rodean...

...que interactúan con nosotros, están allí por algo, para hacernos aprender y avanzar en cada situación.

La segunda ley dice:" Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido."

Nada, pero nada, absolutamente nada de lo que nos sucede en nuestras vidas podría haber sido de otra manera.
Ni siquiera el detalle más insignificante.
No existe aquello de..: "si hubiera hecho tal cosa...hubiera sucedido tal otra...".

La tercera ley dice: "En cualquier momento que comience es el momento correcto".



Todo comienza en el momento indicado, ni antes, ni después.

Cuando estamos preparados para que algo nuevo empiece en nuestras vidas, es allí cuando comenzará.
Lo que pasó fue lo único que pudo haber pasado, y tuvo que haber sido así …


… para que aprendamos esa lección y sigamos adelante.


Todas y cada una de las situaciones que nos suceden en nuestras vidas son perfectas …,


… aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan y no quieran aceptarlo.

La cuarta ley dice: "Cuando algo termina, termina".

Simpemente así...

Si algo terminó en nuestras vidas, es para nuestra evolución, por lo tanto, es mejor dejarlo...

… seguir adelante y avanzar ya enriquecidos con esa experiencia.


Creo que no es casual que vosotros estéis leyendo este texto …,

… si este texto llega a vuestras vidas hoy es porque estamos preparados para entender …

...que ningún copo de nieve cae en el lugar equivocado...

Estas Leyes o Principios espirituales son instrucciones que imparte
el místico y maestro espiritual Sai Baba en la India.

Presentación: Nuur.2010
Texto: extraído  de la red.
 ORO PURO 

Este hecho aconteció hace diez años... entonces vivía en Zurich.
Caminaba un día por la calle en direcciòn a la escuela de baile que frecuentaba con la intención de aprender a bailar sevillanas.
Iba tres veces por semana, y hacía siempre el recorrido hasta allí a pie con objeto de precalentar las piernas antes de la lección de baile.
A menudo caminaba absorta en mis pensamientos, pero algunas veces hacía el trayecto entrenándome con las castañuelas, repiqueteando suavemente ora con una mano, luego con la otra.
Evitaba tocar ambas a la vez para no armar demasiado jaleo y llamar así la atención de los posibles transeuntes.
Ese día estaba en ello cuando, sin razón aparente alguna, me asaltó un pensamiento repententino :
„ Mira hacia el suelo...encontrarás algo “, oí decir a una voz que sonaba en mi interior.
Inicialmente pensé que la voz surgía de mi subsconciente y era producto de mi afán por encontrar alguna vez algo de valor.
„ !Qué absurdo! “, pensé después ...
Porque la voz me decía que encontraría nada menos que algo de oro...
„Como si una pudiese encontrar oro dando puntapies por la calle...", me dije a mí misma no exenta de burla.
Traté de ignorar y desechar de mi mente ese pensamiento que califiqué como
descabellado, cuando menos...
„Encontrarás oro...oro puro“...reiteró la voz.
Esta vez, debido a su tono de matiz imperativo, como tratando de convencerme de que por absurdo que pareciese debía tomarlo en serio, dudé que fuese mi subsconciente...aquello me desconcertó un tanto...
Y logró que a partir de ese momento caminase mirando la acera, buscando el oro que supuestamente debía encontrar,si bien todavía me acompañaba cierto escepticismo.
En el transcurso del camido de ida no encontré nada, de hecho.
Pensé: „ Si vuelvo con el autobus, perderé quizás la posibilidad de encontrarlo...me parece menos probable hallar algo en un autobus que suele estar repleto de gente.“
Decidí entonces que recorrería también a pie el trayecto de vuelta a casa , por si acaso...
Pero tras llegar a la escuela de baile y comenzar la lección, me olvidé de ello por completo.
Al finalizar la clase no lo recordaba ni remotamente.
Me encaminé hacia la parada del autobus, donde constaté que acababa de pasar hacía tan solo un par de minutos y que tendría que esperar casi un cuarto de hora hasta la llegada del próximo.
Comencé a caminar de regreso a casa porque prefiero hacerlo así a esperar impasible la llegada del autobus cuando se demora tanto, pues el tiempo de espera es aproximadamente el mismo que tardo en recorrer el trayecto a pie.
Llegué a una plaza cuyo nombre es Plaza de la Fuente dorada, donde me detuve unos instantes para beber agua en la fuente emplazada allí, que por cierto, de dorada sólo tiene el nombre, pero ni siquiera éste me recordó la insistente vocecilla que hora y media antes resonaba en mi cerebro.
Quizás porque en mi fuero interno conservaba cierto escepticismo en cuanto a encontrar oro por la calle o tal vez porque otros pensamientos me distrajeron del empeño...lo cierto es que había dejado de pensar en el oro.
Entonces pensaba en la posibilidad de seguir otro camino distinto al usual,lo cual de por sí era un hecho insólito, ahora que lo pienso, dado que nunca me planteo esta opción y suelo recorrer siempre el mismo trayecto.
Me incliné no obstante por esa otra dirección pensando en romper con la monotonía, y recorrí unos cincuenta metros ... de repente, volví sobre mis pasos hacia el camino habitual.
¿Por qué, si ya había andado un trecho de ese otro camino opcional?
Al reflexionar sobre ello ya en casa, no encontraba explicación lógica alguna...y sigue siendo un misterio,aunque se me ocurran algunas hipótesis.
Pero volviendo al camino...de pronto recordé la voz de nuevo, y me dije a mí misma que posiblemente hice lo debido, puesto que de haber tomado un camino inusual quizás habría perdido la oportunidad de encontrar lo que la insistente voz anunciaba, de modo que a partir de ese momento caminé atenta a lo que pudiere hallar....si es que lo hallaba...
Porque también pensé que tal vez la oportunidad de encontrar el oro había de darse precisamente en ese otro camino opcional por el que me incliné inicialmente...oportunidad que perdía si recorría el camino habitual.
Pero ya había vuelto sobre mis propios pasos, la decisión estaba tomada, no era cuestión de andar titubeando, ahora por aquí, luego por allá, vuelta a empezar...Pensé, además, que todas estas disquisiciones eran absurdas...lo más probable sería que no encontrase nada aunque recorriese ambos caminos.
Sin embargo, sorprendentemente, continuaba mirando la acera ...
Poco después, casi había desistido por completo de mi empeño, dado que me aproximaba a mi destino; tras pasar una barrera de tren, mi casa se hallaba a menos de 300 metros de distancia.
Entonces descubrí algo junto a unos setos que me llamó la atención por su color amarillo, que resaltaba sobre el verde de las hojas... pero ni remotamente parecía oro, su color era más " chillón " que el del noble metal.
Se trataba de un pequeño librito, una miniatura.
Bastante más pequeño que una cajetilla de tabaco, mas bien como una caja de cerillas; mide 7,5cm de largo y 5,5 de ancho, según comprobé posteriormente en casa.
Me resultó gracioso...sentí curiosidad por saber qué contenía.
Al tomarlo entre mis manos y leer las letras de la portada ...
!abrí los ojos atónita!.
„ Echtes Gold “, se leía.
Palabras que en lengua alemana significan... !oro puro!.
Tras superar aquella especie de conmoción inicial en que me sumió el título, sonreí, entre maravillada y socarronamente.
“ He encotrado el oro...jejejee...“
En principio, aquello me pareció una broma sarcástica del destino o el azar.
El pretendido oro se reducía a unas palabras escritas en un librito que supuse era la garantía de alguna pieza de oro, que alguien debió perder o tirar.
" Tengo tan mala pata que, en lugar de la pieza de oro, me encuentro la inservible garantía...es la monda...", pensé.
No obstante, el hecho no dejaba de tener su intríngulis...
Pero al leer su contenido aún me quedé más estupefacta ...
Me quedé boquiabierta al descubrir que eran citas.
Citas bíblicas.
¿ Debía interpretar aquello como un mensaje celestial ?
Mi vello se erizó y mi piel adquirió ese aspecto que se denomina " piel de gallina "... me estremecí de pies a cabeza.
Diversos pensamientos acudieron en tropel a mi mente en esos momentos...
Pensé que esa parte materialista existente en mí me impidió imaginar, ni siquiera remotamente, que el oro en cuestión pudiese ser algo que distase mucho de ser el preciado metal tan codiciado, y sentí cierta conmiseración por mí misma debido a mi materialismo y superficialidad.
También pensé que era asombroso el hecho de que todo esto sucediese en una época en que me hallaba un tanto dubitativa en cuanto a si creer o no en la veracidad de la Biblia, y en caso afirmativo, en qué medida hacerlo, dada la manipulación a la que ésta ha sido sometida durante el transcurso de los siglos...pero... ¿se puede ser selectiva acerca de su contenido, se puede una decantar por creer algunos pasajes y desechar otros?...¿cuál es el criterio a seguir?...
De cualquier modo, el acontecimiento era per se tan enigmático, tan sobrenatural...que escalofriaba.
La vocecilla interior...la premonición de que encontraría oro...la metáfora sobre el hallazgo...
Además, era significativo el hecho de que sepa hablar y escribir alemán;
conozco a muchos extranjeros allí que, tras décadas en aquél país, no lo hacen. De haber sido una de esas personas, aquél hallazco no habría sido relevante ... ¿ estaba pues destinado a mi concretamente ?
Tras leer las citas bíblicas y meditar profundamente sobre ellas y el mensaje subliminal que creo debo captar de cuanto aconteció, deduzco que he encontrado algo que, sin duda, es mucho más valioso que el oro puro.
Como colofón, mencionaré aquellas palabras de Jesús :
„Quien tenga oídos, que oiga.“.














































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